Según la NASA, en toda Sudamérica se registraron 116.500 incendios entre el 1 y el 16 de septiembre 2020. Los incendios son un drama global.
La deforestación y los incendios en la Amazonía brasileña se ha acelerado desde que Bolsonaro asumió el cargo en 2019 e implementó una política anti ambientalista que incentiva la deforestación. Los escenarios catastróficos del año pasado se repiten ya en la primera mitad del año 2020.
Aunque se han mantenido ligeramente por debajo de los acontecidos en 2019, resulta sin embargo especialmente preocupante el temprano inicio de los focos, y teniendo en cuenta que agosto 2020 fue peor que agosto 2019.
A pesar de las evidencias y datos publicados por su propio gobierno, el presidente ultraderechista Bolsonaro intenta este año, como ya lo hiciera el año pasado, calificar las denuncias de los incendios de mentiras, destituir a funcionarios en puestos clave, echar la culpa a los indígenas, rebatir las evidencias científicas, atacar a la prensa.
Como respuesta a las críticas internacionales, tomó la medida de desplegar al ejército en la Amazonía desde mayo, con el supuesto objetivo de frenar la deforestación ilegal y los incendios, aunque en realidad está actuando como una ocupación que resta poder a otras agencias gubernamentales de protección civil.
Muchos de los incendios son provocados, entre otros actores por los grileiros, que abren camino a los pastos para el ganado de la industria cárnica. Esta actividad despoja de tierras a los pueblos indígenas, que cada vez ven sus derechos más mermados.
Comentarios